Asemfa Malaga
Asociación Malagueña de Personas con Enfermedad Mental, Familiares y Allegados. Nuestro Objetivo es La Buena Salud y Cultura Mental-Emocional.
miércoles, 8 de enero de 2020
lunes, 16 de diciembre de 2019
El miedo a la enfermedad mental
El miedo es un mecanismo de
supervivencia para advertirte y moverte a reaccionar ante una situación que
puede provocarte daño físico. Así era en la antigüedad, ahora es útil en cuanto
que nos protege de enfrentarnos a situaciones concretas aunque a veces el miedo
persiste aún cuando el motivo no sea peligroso como por ejemplo las fobias.
¿Qué determina la cantidad de miedoº
que debes tener? Tu mente, tu cerebro en
base a lo que ya has vivido. Lo
importante en el miedo y que ya mencioné cuando hablé de él hace unos programas
está relacionado con que el miedo es algo que se siente hacia aquello que
desconocemos. Y eso sucede con las enfermedades mentales, la gente tiene miedo
porque no sabe y no sabe porque no quiere saber, por eso el miedo a la
enfermedad mental nunca podrá desaparecer.
Por otro lado, el miedo es algo que
nos hemos creído y que la sociedad alimenta, explota, se vale de él, del miedo
y del miedo a la locura y a las enfermedades mentales. Así que es hora de
gritar alto que ese es un miedo irracional y sin sentido un poco como el de las
fobias. Es triste que alguien se esconda por necesitar ayuda psicológica.
Todos los seres humanos hemos pasado
por momentos en los que hemos perdido el control y hemos hecho cosas de las que
no nos sentimos orgullosos y no por ello la gente huye de nosotros.
En la enfermedad mental ocurre lo
mismo, la persona tiene un momento cuyos síntomas o modos de sentir y actuar se
corresponden con un diagnóstico, a un
problema que le ha hecho reaccionar de una manera determinada y que ahora con
la ayuda de los profesionales puede controlar.
Si supiéramos lo iguales que somos
dejaríamos de rechazar la enfermedad mental. Y es que como siempre digo la
línea que divide la enfermedad de la salud mental es muy delgada, es un
continuo en donde se pasa de vivir sin problemas a vivir con unos síntomas que
nos impiden trabajar normalmente concentrarnos o ver las cosas de un modo
adecuado, y reaccionamos en base a eso que vemos y creemos que es cierto.
Rocío Testa Álvarez.
lunes, 2 de diciembre de 2019
El mensaje del autismo
El autismo es un síndrome en el que confluyen una serie de
síntomas asociados como estar ausentes del mundo que les rodea, dificultades a
la hora de comunicarse, hiperactividad y falta del filtro de control de
impulsos.
Estos síntomas les llevan a comportarse de un modo
característico que casi siempre choca con la sociedad.
Esta sociedad camina hacia el control de las conductas de las
personas, convencer a la gente de cómo deben comportarse, qué deben conseguir,
qué deben desear y mantenerse en una línea de lo que se considera
"normal". Hemos obtenido una
calidad de vida razonable, podemos pasar por dificultades aunque casi todos
tenemos un techo y unos recursos que garantizan la comida y el bienestar
físico.
Es precisamente por esto por lo que las enfermedades mentales
han aumentado en las últimas décadas de manera muy destacada.
En este marco aparece el autismo, un síndrome que pasó de ser
algo "raro", poco común, a aumentar de manera exagerada. De este
modo, cuando antes mencionabas la palabra autismo casi nadie sabía lo que era.
Ahora casi todo el mundo conoce a alguien que tiene autismo o algún amigo cuyo
hijo es autista.
Así que yo pregunto, ¿qué nos quiere decir el autismo?
El autismo supone rebelarse contra todas las normas, supone
una manera de pensar, sentir y expresarse tan interna, tan subjetiva que solo
ellos se entienden a sí mismos siendo incapaces de entender las emociones de
los demás.
Parece que no les importa nada, que no sienten, que no
entienden.
En realidad quienes no somos capaces de llegar a ellos somos
nosotros, ellos son la sinceridad plena y total. No mienten, no esconden, son y
hacen lo que son.
Su mensaje es claro, enseñar a la sociedad que vivimos un
mundo falso en gran parte. Que nos movemos según lo que nos dicen y nos
enseñan. Que no somos sinceros con los que nos rodean ni con nosotros mismos.
Que estamos atados a normas que a veces nos ahogan.
Por eso el autismo no es una enfermedad sino un intento de la
naturaleza de enseñarnos a ser fieles a nosotros mismos, a que dejemos de
esconder lo que somos y empecemos a mostrarlo.
La enfermedad mental no es cuestión de tolerancia sino de
comprensión y aceptación de las características individuales de las personas.
Podemos etiquetarlas en función de sus conductas pero eso no significa que
debamos considerar que alguien sea mejor o peor por ser de una manera
determinada.
Debemos abandonar esa hipocresía de decir, yo soy sensible a
la enfermedad mental, cuando en realidad estás pensando, sí, soy sensible pero
que no me toque a mí.
Aceptar a las personas
sin sobreprotegerlas, sin compadecerte de ellas, sin intentar normalizarlas o
hacerlas entrar en el rebaño de ovejas blancas.
El autismo nos enseña que debemos rebelarnos contra lo que
está establecido, que debemos ser honestos y sinceros. Es un gran mensaje para la
sociedad y una enseñanza para hacernos conscientes del camino hacia el que nos
dirigimos.
Y a nivel familiar el mensaje todavía es más potente. A mí me
enseña cada día algo nuevo. Me enseña que mostrarte como eres no solo no es
malo sino que supone salud. Me enseña sinceridad. Me enseña que rebelarse es
bueno muchas veces. Que quien te acepta debe hacerlo por cómo eres y no por lo
que aparentas ser. Me enseña lucha, esa terquedad por conseguir lo que
necesito. Me enseña la importancia de la comunicación, una comunicación que si
no expresa lo que hay en tu interior no sirve de nada.
La sabiduría del autismo debe compaginarse con la enseñanza
de ciertas normas necesarias para la convivencia pero siempre respetando la
propia esencia de la persona.
Gracias autismo, estoy aprendiendo contigo.
Rocío Testa Álvarez.
domingo, 17 de noviembre de 2019
El poder de la mente: la fibromialgia
Ya he
hablado otras veces del poder de la mente, en este caso voy a hablar de la
fibromialgia. En este espacio se habla de la enfermedad mental, pero, ¿en dónde
podemos englobar la fibromialgia?
Una
enfermedad en terreno en medio de nadie. Las pruebas físicas no muestran ningún
daño y sin embargo quienes padecen este mal se sienten cada vez peor.
La
fibromialgia consiste en un dolor que comienza casi siempre con un resfriado y,
de hecho, los que la padecen dicen que creen que nunca llegaron a curarse de
ese resfriado pero que, curiosamente, se origina tras algún hecho psicológico
traumático para la persona. A partir de ahí, los dolores aumentan junto con el
cansancio según va pasando el tiempo hasta el punto en el que se muestra
totalmente incapacitante.
¿Cómo es
posible que algo que no se ve provoque en el cuerpo un dolor tan fuerte? ¿Cómo es posible que tu cerebro envíe esas
señales de dolor cuando no hay nada aparente que lo justifique? Parece una
enfermedad que no tiene sentido, encima los médicos se resisten a creerte
porque nada respalda los síntomas que tú mencionas.
Pero todos
los dolores en el cuerpo tienen una justificación, un por qué y un para qué.
¿Qué te
quiere decir tu cuerpo para que se produzca este desarreglo?
Es curioso,
debe ser así, que casi todas las personas que sufren este mal tienen unas
características similares. La excesiva responsabilidad, el querer hacer todo,
ayudar a todo el mundo, olvidando sus propias necesidades. Son personas que se
sienten minusvaloradas en sus vidas, en lo que hacen. Y en ellas aparece el
conflicto entre lo que necesitan y lo que dan. Un, no quiero pero debo.
La familia
es el lugar donde más se producen estos abusos contra ti, porque se han
acostumbrado a que tú lo hagas todo, nadie quiere cambiar esa actitud, todos
están bien excepto tú. Y como tú no eres capaz de hacer nada al respecto, lo hace
tu cerebro por ti, literalmente te incapacita para que detengas esa carrera en
contra de ti mismo y tus necesidades.
El
tratamiento farmacológico no es suficiente ni consigue paliar todos los
síntomas. Entre ellos antidepresivos o relajantes musculares.
Al principio
no entiendes qué te está pasando y te enfadas con todo y con todos. Nadie te
entiende, te quieren convencer de que todo son imaginaciones tuyas y ello te
llevará a sufrimiento y a sentirte impotente, puedes incluso aislarte, no
quieres explicar otra vez lo mal que te sientes.
Muchas veces
te quedas ahí y sigues padeciendo, rogando para que la enfermedad te permita
pasar un día sin tanto dolor. Que alguien encuentre una solución para tu mal.
Te deprimes por la salud que ya no tienes mientras los dolores aumentan y el
cansancio te impide incluso levantarte de la cama.
Pero si
superas esa etapa, si dejas que tu cerebro se exprese podrás intentar buscar
una explicación, por qué, para qué te ha pasado esto.
Será en esta
fase donde buscarás ayuda. Un médico no te ayudará, lo sabes. Debes buscar un
psicólogo, alguien que te permita ver qué te quiere decir la enfermedad. No
están llevando bien tu vida. No te estás cuidando. Necesitas reorganizar tus
ideas y tus creencias, cambiar tu modo de pensar, dejar de luchar contra ti
mismo.
¿Se cura la
fibromialgia?
Sí, casi
siempre. Ello depende de la actitud del propio paciente. Pero ese desarreglo
bioquímico que se ha producido es necesario restablecerlo. Así que sí, te
curarás cambiando tu modo de pensar, estableciendo unos límites psicológicos o
incluso alejándote de las personas que te están incapacitando aunque sea de
modo inconsciente.
El desarreglo
bioquímico se relaciona con los iones de calcio, sodio, magnesio y potasio. La
proporción y el equilibrio de estos iones son los que provocan los síntomas y
su ajuste puede recuperar tu salud. Infórmate si padeces este mal pero no te
olvides de que lo más importante es que reconozcas que tu cuerpo te ha dado una
lección muy importante para que aprendas, no para que la tapes o luches contra
él.
Sé feliz, te
lo mereces.
Rocío Testa
Álvarez.
No puedo evitarlo: los impulsos
Un impulso es la necesidad de realizar ciertas actos, se
percibe como una imposibilidad a resistirse a evitar hacer ciertas actividades
aunque incluso puedan resultar peligrosas para uno mismo o para los demás.
La impulsividad es un rasgo de la personalidad, no tiene por
qué ser un problema pero, como siempre que nos referimos a la salud mental y a
las enfermedades mentales, todo depende del grado de impulsividad y qué límites
tienen esos impulsos.
Hay personas que se dejan llevar por sus impulsos de manera
que llegan a tener muchos problemas con las personas que se relacionan. Cuando
ese impulso te lleva a traspasar el límite de la persona con la que estás, hay
un problema.
El propio impulso dirige tu vida, no puedes resistirte a él. Cuando
pasa de un extremo donde es imposible
llevar una vida normal aparecen
diferentes trastornos, entre ellos, el trastorno explosivo intermitente
(explosiones de comportamientos agresivos en donde la situación no lo
justifica), cleptomanía, tricotilomanía, ludopatía, compras compulsivas...
Normalmente se presentan ideas constantes referidas al
impulso, síntomas de nerviosismo y de excitación emocional ante la posibilidad
de llevar a cabo el impulso. falta de concentración, obsesiones, compulsiones,
depresión, ansiedad, poca autoestima, desapego emocional, temperamento
irritable...
Es cuando cambias el no puedo por el necesito hacerlo.
Aunque se habla de posibles causas genéticas o de un cerebro
fisiológicamente algo diferente que hace que el funcionamiento no sea el
adecuado, está claro que las influencias ambientales junto con la personalidad
de la persona que sufre una falta de control de impulsos es lo más importante a
la hora de ayudar a estas personas.
Cuando se ha llegado al extremo de que las conductas
mostradas son peligrosas tanto para la persona afectada como para los demás que
le rodean puede ser útil algún fármaco que controle estos impulsos. Aunque es
básico el tratamiento psicológico que va a depender de las características de
la persona y del tipo de impulso que no
se controla.
Es básico enseñar el autocontrol, y eso es muy difícil. Se
necesita motivación por parte de la persona, que reconozca que lo necesita, que
debe hacer todo lo que esté en su mano para evitar estos brotes. Se necesita
constancia y el apoyo no solo del profesional que lo esté tratando sino de la
gente que está a su lado. Paciencia y esfuerzo es el cóctel básico que
permitirá a la persona recuperar el control
de sus conductas y sus impulsos.
Como tantas veces se debe investigar en el origen de esa
conducta, no es casual, está causada por experiencias traumáticas vividas en el
pasado, en la infancia. Encontrar ese origen y sanarlo es la llave para que el
problema se resuelva totalmente o se controle lo suficiente para recuperar una
vida normal.
Ese encontrarse a sí mismo es el primer paso, dejar de luchar
contra ti mismo, contra lo que eres, contra tus sentimientos, reconocer que
tienes un problema y que quieres solucionarlo. Solucionarlo es la meta.
Entre el primer paso y la meta hay más pasos. Una cosa que
todos debemos aceptar es que a veces sentimos dolor, es necesario, es la vida.
No podemos controlar cuando nos va a venir ese dolor pero sí ser conscientes de
que es transitorio. No dura para siempre. Podemos soportarlo.
Si consigues distraer a tu mente cuando estas situaciones de
dolor surgen podrás superarlas mejor sin tener tanta ansiedad o tanta tristeza.
Tu mente siempre se inventa historias dramáticas acerca de lo que estás
viviendo o incluso anticipa situaciones desastrosas sobre el futuro o te lleva
al pasado para que recuerdes escenas que te harán entrar en una situación de
tristeza muy dolorosa.
Para distraerla acude a tus amigos, a tus familiares, a
alguien de confianza que pueda sacarte de ese estado. O realizar cosas que te
gusten mucho como pintar, escribir, dedicarte a cuidar plantas si tienes jardín...
El último paso es enfrentarte a la situación, eso es lo que
más te va a costar, debes responsabilizarte de tus conductas, de los problemas
que está causando tu forma de actuar.
Ver la meta, sentir cómo será tu vida si consigues controlar
tus impulsos, te ayudará a luchar y hará que consigas una vida mucho más plena
y feliz.
Tú te lo mereces.
Rocío Testa Álvarez.
martes, 12 de noviembre de 2019
¿Quieres o amas?
Es verdad, no son lo mismo. No es lo mismo arrancar la rosa
que admirarla y cuidar el rosal para que esa flor siga exhibiendo su belleza.
No es lo mismo querer acaparar esa hermosura solo para ti, que nadie más la
vea, la admire, que nadie la toque... A amarla de tal modo que deseas que
permanezca sana el mayor tiempo posible, te preocuparás de que no le falte agua
y solo el hecho de arrancarla de su madre, el rosal, te provoca pena.
Lo primero es querer, lo segundo es amor. Tan parecidos
aparentemente y tan diferentes en su esencia.
Si esto lo traemos al ser humano vemos que las personas,
cuando hablamos de amor nos referimos más al aspecto posesivo que al altruista.
Queremos para nosotros, queremos exclusividad, queremos ser los únicos para el
otro, cuando decimos "te quiero" esperamos otro "te quiero"
y si esto no sucede te molestas o incluso te enfadas acusando a tu pareja de
que no te quiere...
Este mal llamado amor va a entrar en crisis tarde o temprano.
Como mínimo surgirán problemas de celos. Celos que se basan en el miedo a
perder lo que tenemos
Para empezar deberías analizar qué te llevó hasta esa pareja,
o a buscarla o a necesitarla.
Si estás convencido de que necesitas a otra persona para
vivir y ser feliz ya te estás equivocando. Nadie necesita de nadie para ser
feliz, lo de la media naranja deberíamos
dejarlo para las novelas y películas románticas.
Te aseguro que si buscas pareja porque no eres feliz solo,
vas a sufrir mucho. Significa que aún no has llegado al punto de conciencia en
el que reconoces que hay heridas emocionales dentro de ti y por eso prefieres
poner en otra persona la posibilidad y responsabilidad de hallar esa felicidad.
Estos traumas, estas heridas se han formado generalmente en
la niñez. Si piensas, si analizas cómo te han tratado en tu infancia, te darás
cuenta de lo que en realidad estás buscando en la otra persona.
Esto lo trataba el psicoanálisis y lo definía como el complejo de Edipo y de
Electra.
¿Buscas protección?, por qué crees que no eres suficiente
para protegerte a ti mismo
¿Buscas cariño?, por qué crees que no eres capaz de darte a
ti mismo todo el cariño que te mereces.
¿Te han enseñado que el cariño no debe demostrarse?, ¿que el
cariño solo puede conseguirse mediante el miedo?
No busques pareja, no te limites en tus necesidades.
Desarrolla todo el potencial que tienes y cuando seas capaz de darte todo lo
que te mereces, entonces sí, entonces busca esa persona que te acompañe, que te
aporte, que haga que la relación sume. Y es que, como dice Enric Corbera, si
una relación no suma, resta.
Olvídate de querer, no arranques la rosa, cuida el rosal para
que no solo esa rosa que te gusta se mantenga bella sino para que salgan más flores igual de
hermosas que esa que te ha llamado la atención.
Amar es gratificante en sí mismo. No solo se ama a la pareja
sino a todas las personas. No necesitas que te respondan del mismo modo aunque
sí sucederá así porque es inevitable..
Amar no es dejarse manipular, engañar o que hagan contigo lo
que deseen. Amar es saber quererse lo suficiente como para no permitir que
sobrepasen tus límites, tu amor propio, tu espacio.
Amar es saber que lo que das es tan grande que no necesitas
que te lo devuelvan porque ya te aporta una felicidad inmensa.
Este tipo de amor es la base que debe tener una relación
verdadera de pareja.
Aprende a amar, aprende a no querer. Amar no es necesitar
sino desear estar al lado de otra persona por lo que le aporta.
Gracias.
Rocío Testa Álvarez
lunes, 11 de noviembre de 2019
¿TÚ ME QUIERES?
El ser humano no es como las demás especies animales. En
nosotros, el sentido del amor hacia otra persona nos lleva a formar parejas, me
da igual el tipo de pareja que sea. Cuando hablo de pareja hablo de dos
personas que tienen un sentimiento muy profundo que les lleva a convivir y
compartir sus vidas.
Cuando eso sucede decimos que esas personas están enamoradas,
se quieren, comparten gustos musicales, literarios, hobbies, formas de pasar el
tiempo libre... Eso es amor, ¿verdad? Tal vez sí, tal vez no.
Depender de los demás sabemos que no es bueno ¿Por qué se
juntan dos personas? ¿qué les lleva a desear estar siempre juntas, a formar un
proyecto de vida?
Empecemos por el principio, el sentimiento del amor, ¿es algo
innato o lo aprendemos con la experiencia?
Nacemos con la capacidad de amar pero si no hay nadie que nos
enseñe que existe y cómo se hace, no seremos capaces. Parece imposible.... pero
así es, hay mucha gente que no sabe amar, nadie le ha enseñado. No lo sabe y,
lo peor, es que tampoco es capaz de valorarse a sí mismo.
Esas personas se las ve venir de lejos, tan pronto las
escuchas hablar te das cuenta de su gran hándicap del que, seguro, no será
consciente. Son esas personas que se muestran "expertas" en todo.
Parece que son perfectos, no tienen defectos, esas personas que se creen
superiores a todos los demás aunque no lo digan o incluso lo nieguen...
No saber amar es un defecto que le llevará a la persona a
sufrir toda su vida o hasta que aprenda. Lo mostrará intentando hacer daño a
los demás, esa será su defensa, su estrategia para defenderse del pobre
concepto que tienen de sí mismos.
Son éstos los candidatos perfectos para padecer ansiedad,
especialmente estrés. Su excesiva necesidad de estar siempre por encima hará
que su cuerpo les envíe el mensaje de que no lo están haciendo bien en un
intento porque tomen conciencia de su verdadera situación.
Estas personas pueden tener pareja, de hecho, necesitan tener
pareja, tener a alguien que se sienta inferior a ellos, que les vea como una
persona excepcional y con unas cualidades increíbles. Esa pareja lo dará todo
por ellos, intentará ser la persona que ellos creen que debe ser aunque jamás
lo conseguirá, no existe ese ser tan perfecto igual que ellos tampoco lo son, tienen
defectos...
Como no saben amar la pareja que está con ellos sentirá una
frustración cada vez mayor. Si duran lo suficiente, y hay casos en los que esto
sucede, nos encontramos con una familia dañada en donde él, a pesar de su resistencia,
deberá ceder y buscar ayuda para sus cada vez más frecuentes ataques de pánico.
Mientras que su mujer o su pareja acudirá al médico con un estado de ánimo por
los suelos y una depresión que puede llegar a ser grave.
Claro que lo normal es que sí seas un bebé querido y por lo
tanto seas una persona que sabe lo que es el amor. Tal vez tu problema sea que
no seas capaz de quererte a ti mismo porque siempre te han enseñado que tus
sentimientos no importan, solo los de los demás y esa oración que hemos
repetido miles de niños y adultos españoles durante la misa de los domingos,
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.... y, la oración del catecismo
de "amarás a tu prójimo como a ti mismo"...
En verdad, la religión mal entendida y mal explicada puede
causar mucho daño. No me voy a meter en este tema porque sino se extendería
demasiado el tema.
Entre estos dos tipos de amar incorrectamente hay muchas
variantes, cada uno deber buscar y hacer consciente cómo se percibe a sí mismo,
cómo percibe a los demás.
Ante todo debe seguir en su vida dos reglas básicas que todos
tendríamos que tener grabado a fuego dentro de nosotros: Para vivir solo haz
dos cosas: no hagas daño a quien tienes a tu lado, y no te hagas daño a ti
mismo. Es sencillo, es el mejor consejo que nadie te puede dar porque, piensa,
si te tratas bien, si te valoras, si siempre haces cosas que te benefician, ¿no
serás acaso feliz?
Y; más aún, si ayudas a quien tienes a tu lado, si le cuidas
como te cuidarías a ti mismo, si haces lo que sea necesario para no perjudicar
a nadie.... ¿No serías feliz?
Sencillo, complicado.
Y aún me queda un aspecto en el tintero con esto de querer,
pero lo tocaré solo como introducción a otro tema porque lo requiere. Se trata
de la diferencia entre querer y amar....
Rocío Testa Álvarez.
lunes, 4 de noviembre de 2019
EL MIEDO
Uno de los sentimientos más
poderosos es el miedo. El miedo te puede paralizar o te puede llevar a hacer
conductas de las que más tarde te vas a arrepentir.
Sin embargo, el miedo no tiene
ningún poder si no piensas en las situaciones. El miedo solo es una percepción
subjetiva ante un hecho. Es una barrera de humo que parece opaca y sólida
cuando en realidad solo es humo que se disipa y deja ver lo que tienes delante
claramente.
Solo cuando la traspasas es
cuando percibes que todo estaba en tu mente. Tienes más miedo antes de
enfrentarte a eso que tanto te asusta que cuando estás dentro de la situación
misma.
Cuanto más te escondes, cuanto
más huyes, más miedo tienes, más temor a hacer nada, te siente más inseguro y
realmente crees que no serás capaz de superar el hecho en sí.
Eso es tu mente que te engaña, es
tu mente cuyo instinto de supervivencia intenta protegerte para que no sufras,
para que no te hagas daño y, curiosamente, cuanto más intenta protegerte, más
va a perjudicarte.
Lo fundamental de todo esto es
ser conscientes de que darle vueltas a algo que tenemos que hacer, que decir no
nos va a ayudar.
Una cosa es pensar en un plan
para llevar a cabo ciertas acciones o estudiar aquello que debemos decir y otra
muy distinta es imaginarnos cómo nos saldrá. Por lo general tu mente lo
imaginará de modo negativo. Puestos a elegir, elige que todo sale bien. Eso te
ayudará y evitará que tu mente siga con sus historias desastrosas.
Recuerda siempre que tú diriges
tu vida, tú decides a qué enfrentarte y de qué modo. Cuanto menos te dejes
influir por tu pasado, por tus creencias, menos temor tendrás. Si te convences
de que vas a sufrir, sufrirás. Esto es así para prácticamente todo lo que nos
sucede en la vida.
El miedo es positivo cuando saca
lo mejor de nosotros pero es negativo cuando adelantamos posibles resultados
antes de que sucedan.
En el caso de la salud y de la
salud mental esto también es fundamental. Muchas veces tememos reconocer que no
estamos bien, que tenemos problemas, que necesitamos ayuda. Tenemos miedo a lo
que sucederá, a lo que nos pasará, a que nuestra zona de confort se vea
amenazada cuando la realidad es que precisamente esa zona de confort es la que
ha provocado la enfermedad.
Tienes miedo de perder el control
de ti mismo, de lo que sucederá, de que todo se te escape de las manos.
Con esta actitud lo que consigues
es que todo empeore hasta que, finalmente, estalla. Cuando ya el volcán ha
estallado te das cuenta de que no era para tanto. Todo se arregla al fin y al
cabo.
Si estabas enfermo, te curarás o
recuperarás una estabilidad gracias a la medicación. Si has hecho algo que
creías que nadie iba a admitir, resulta que te sientes comprendido... Todo
tiene una mejor solución que la que nuestra mente se había imaginado y has
sufrido inútilmente durante un valioso
tiempo que podías haber disfrutado de manera positiva.
No permitas que el miedo nunca te
impida hacer o decir algo que te ayude. No dejes de hacer nada solo porque tu
mente se imagina un resultado desastroso. Arrepiéntete solo de lo que no hagas.
El miedo solo es una barrera de
humo que tus ojos se imaginan que es sólida cuando solo es vapor inofensivo.
Rocío Testa Álvarez
viernes, 25 de octubre de 2019
Gracias enfermedad
¿Por qué agradecer la enfermedad? La enfermedad es tu mente
hablando contigo, enviándote un mensaje de la única manera que puede.
Cuando alguna enfermedad se adueña de nosotros creemos que es
algo que debemos erradicar cuanto antes, no nos paramos a pensar por qué ha
aparecido o que tal vez debamos cambiar nuestro modo de pensar o de actuar.
Intentamos curarnos y ya está, pero la enfermedad es un mensaje que si no
escuchamos, sí, sanaremos los síntomas físicos aunque no habremos descubierto
ese aviso que la mente tenía para nosotros.
La enfermedad física o mental está diciéndote algo, siempre,
y de ti depende que busques su información o la niegues. Si la niegas y solo
quieres resolver el malestar que te provoca, probablemente curarás los síntomas
pero tu mente buscará otro mal para que captes que no estás haciendo bien las
cosas.
¿Cómo descubrir lo que no haces bien? No es tan difícil y a
la vez sí lo es. Solo debes pensar en la utilidad de cada órgano, de cada
sentimiento, de cada reacción ante las circunstancias que se te presentan,
detectar el por qué tienes esa enfermedad en concreto.
¿Cuál es tu mal?
Si tu problema de salud tiene que ver con el estómago piensa
qué situaciones, qué problemas no puedes digerir.
La enfermedad nació para hacerte crecer, para enseñarte algo
que debes aprender de ti mismo.
Si tienes depresión significa que estás pensando y viviendo
en el pasado. No puedes aceptar tu situación presente porque algo hay en el
pasado que no has superado y buscas quedarte estancado para no enfrentarte a
tus miedos, a esa herida que se abrió y tu mente cree que no puedes superar.
Tu cerebro es tan perfecto que es capaz de crear tus síntomas
y seguir con el funcionamiento de los demás órganos. Tu mente, formada por tus
creencias tiene su propio razonamiento en base a tus experiencias y a lo que
has escuchado a lo largo de los años.
Ese cerebro es tan perfecto que cambiará su modo de regular
tu cuerpo para que te des cuenta de lo que está mal en ti. Y esas creencias te
impedirán verlo, tu miedo te impedirá verlo porque es doloroso y la mente
querrá protegerte para que no sufras y lo que acaba sucediendo es que sufrirás
más.
No luches contra lo que eres, contra lo que sientes, esa es
la base de la salud.
La enfermedad no es lo normal, lo normal es la salud.
Tenemos que profundizar en nosotros mismos, reconocer
nuestras debilidades, nuestros traumas del pasado. Debemos ser valientes para
querer ver lo que tenemos que aprender, para enfrentar el miedo y curar las
heridas que causan el mal psicológico o físico.
Luchar contra ti mismo, negar tus sentimientos solo te
llevará a sufrir mientras que conocerte y estudiarte hará que tengas una vida
más plena, que las enfermedades apenas te ataquen y que seas más feliz.
Por eso, cuando tengas algún problema de salud, dale las
gracias y analiza qué te está queriendo decir tu cuerpo.
Reconocer esto no es fácil pero negarlo te llevará a padecer
multitud de enfermedades cuya curación química solo conseguirá cambiar el
nombre y el diagnóstico.
Todo está en ti, descubre quién eres, busca dentro de ti esas
situaciones difíciles por las que has pasado, que olvidaste y enterraste para
evitar sufrir, revívelas y sánalas. Solo así podrás superarlas y dejarlas ir.
El pasado está dentro de nosotros solo para que crezcamos no para seguir
repitiendo una y otra vez los mismos traumas. Porque lo que niegas vuelve, lo
que superas, hace que te desarrolles.
Gracias.
Rocío Testa Álvarez.
jueves, 24 de octubre de 2019
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