domingo, 17 de noviembre de 2019

No puedo evitarlo: los impulsos




Un impulso es la necesidad de realizar ciertas actos, se percibe como una imposibilidad a resistirse a evitar hacer ciertas actividades aunque incluso puedan resultar peligrosas para uno mismo o para los demás.
La impulsividad es un rasgo de la personalidad, no tiene por qué ser un problema pero, como siempre que nos referimos a la salud mental y a las enfermedades mentales, todo depende del grado de impulsividad y qué límites tienen esos impulsos.
Hay personas que se dejan llevar por sus impulsos de manera que llegan a tener muchos problemas con las personas que se relacionan. Cuando ese impulso te lleva a traspasar el límite de la persona con la que estás, hay un problema.
El propio impulso dirige tu vida, no puedes resistirte a él. Cuando pasa de un extremo donde es  imposible llevar  una vida normal aparecen diferentes trastornos, entre ellos, el trastorno explosivo intermitente (explosiones de comportamientos agresivos en donde la situación no lo justifica), cleptomanía, tricotilomanía, ludopatía, compras compulsivas...
Normalmente se presentan ideas constantes referidas al impulso, síntomas de nerviosismo y de excitación emocional ante la posibilidad de llevar a cabo el impulso. falta de concentración, obsesiones, compulsiones, depresión, ansiedad, poca autoestima, desapego emocional, temperamento irritable...
Es cuando cambias el no puedo por el necesito hacerlo.
Aunque se habla de posibles causas genéticas o de un cerebro fisiológicamente algo diferente que hace que el funcionamiento no sea el adecuado, está claro que las influencias ambientales junto con la personalidad de la persona que sufre una falta de control de impulsos es lo más importante a la hora de ayudar a estas personas.
Cuando se ha llegado al extremo de que las conductas mostradas son peligrosas tanto para la persona afectada como para los demás que le rodean puede ser útil algún fármaco que controle estos impulsos. Aunque es básico el tratamiento psicológico que va a depender de las características de la persona  y del tipo de impulso que no se controla.
Es básico enseñar el autocontrol, y eso es muy difícil. Se necesita motivación por parte de la persona, que reconozca que lo necesita, que debe hacer todo lo que esté en su mano para evitar estos brotes. Se necesita constancia y el apoyo no solo del profesional que lo esté tratando sino de la gente que está a su lado. Paciencia y esfuerzo es el cóctel básico que permitirá a la persona recuperar el control  de sus conductas y sus impulsos.
Como tantas veces se debe investigar en el origen de esa conducta, no es casual, está causada por experiencias traumáticas vividas en el pasado, en la infancia. Encontrar ese origen y sanarlo es la llave para que el problema se resuelva totalmente o se controle lo suficiente para recuperar una vida normal.
Ese encontrarse a sí mismo es el primer paso, dejar de luchar contra ti mismo, contra lo que eres, contra tus sentimientos, reconocer que tienes un problema y que quieres solucionarlo. Solucionarlo es la meta.
Entre el primer paso y la meta hay más pasos. Una cosa que todos debemos aceptar es que a veces sentimos dolor, es necesario, es la vida. No podemos controlar cuando nos va a venir ese dolor pero sí ser conscientes de que es transitorio. No dura para siempre. Podemos soportarlo.
Si consigues distraer a tu mente cuando estas situaciones de dolor surgen podrás superarlas mejor sin tener tanta ansiedad o tanta tristeza. Tu mente siempre se inventa historias dramáticas acerca de lo que estás viviendo o incluso anticipa situaciones desastrosas sobre el futuro o te lleva al pasado para que recuerdes escenas que te harán entrar en una situación de tristeza muy dolorosa.
Para distraerla acude a tus amigos, a tus familiares, a alguien de confianza que pueda sacarte de ese estado. O realizar cosas que te gusten mucho como pintar, escribir, dedicarte a cuidar plantas si tienes jardín...
El último paso es enfrentarte a la situación, eso es lo que más te va a costar, debes responsabilizarte de tus conductas, de los problemas que está causando tu forma de actuar.
Ver la meta, sentir cómo será tu vida si consigues controlar tus impulsos, te ayudará a luchar y hará que consigas una vida mucho más plena y feliz.
Tú te lo mereces.
Rocío Testa Álvarez.

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